*Alerta Spoiler: este texto cuenta partes cruciales de la película. Si no la has visto y no quieres saber demasiado mejor no leer este texto.

La vida fuera de balance. La vida en transformación. La vida como guerra. La trilogía Qatsi compuesta por Koyaanisqatsi (1983), Powaqqatsi (1988) y Naqoyqatsi (2002) dirigidas por Godfrey Reggio son una serie de documentales que muestran modos de vida. Desde la naturaleza no intervenida por el hombre hasta las industrias y violencia humana. Se inscriben dentro de la modalidad de observación y aunque si bien no contienen narración el sonido no es directo, una música compuesta por Philip Glass acompaña todas las imágenes, la cámara se convierte  en espectadora sin intervenir en los sucesos.

Qatsi-1-min

“La modalidad de observación hace hincapié en la no intervención del realizador. Este tipo de películas ceden el ‘control’, más que cualquier otra modalidad, a los sucesos que se desarrollan delante de la cámara”1, describe Nichols. La cámara de Koyaanisqatsi y Powaqqatsi suelen tomar una posición de superioridad, miran desde arriba, no toman la mirada humana sino una casi omnipresente, que puede mirar lo que quiera desde distintos ángulos: cenital y picado son posiciones que suele adoptar. Ambas comienzan con escenas que no pertenecen a la urbanidad, el paisaje es crucial sobretodo en Koyaanisqatsi. Powaqqatsi es más antropológica, muestra el hombre explotado y la pobreza, pero todo siempre mirado desde el exterior, desde la distancia, por lo que los niños y hombres parecen encontrarse en una vitrina y el espectador lo mira desde afuera con una realidad, sí, pero lejana.

Qatsi-2-min

“La ausencia de comentario y el rechazo al uso de imágenes para ilustrar generalizaciones potencia el énfasis en la actividad de los individuos dentro de formaciones sociales específicas”2, agregará Nichols. Y esa falta de comentario hace que el espectador tome las imágenes como mejor le parezca, aunque por supuesto la decisión del director sobre qué mostrar y qué no, además del montaje, harán que estas películas se transformen en una crítica, hará que pensemos en qué estamos convirtiendo el mundo. “Una de las facultades del documental es la de unir estaciones, confrontar épocas, medir el tiempo que transcurre y ver qué es lo que se transforma”3, dice Breschand y vemos que esa transformación es la destrucción de cierto espacio: el natural.

Reggio decide usar –a veces abusar- tanto de la cámara ralentizada como acelerada. Los procesos que toman menos tiempo, cómo una explosión o derrumbe o movimientos de agua, los ralentiza para que se puedan ver con más detalles. El trabajo de los hombres que cargan sacos que parecen muy pesados (en Powaqqatsi) se ve lento y casi sentimos el sol sobre la piel y el cansancio de los obreros. Mientras en los fenómenos que de por sí son más lentos (el pasar de las nubes, por ejemplo) se acelera la imagen, pudiendo apreciar movimientos de los que no nos daríamos cuenta siquiera estando horas sentados observando. De ese modo apreciamos esos fenómenos de una manera distinta a la que estamos acostumbrados y les entregamos nuevas significaciones.

La introducción del hombre en las películas va siempre vinculada a situaciones negativas, industrias monstruosas que contaminan el medio ambiente o el aprovechamiento de otros seres humanos. Esto está mirado siempre con distancia, como diciendo: “vivimos dentro de esta vorágine, pero no nos detenemos a observarlo y debiéramos ver qué le hacemos al mundo”. Estas películas son prácticamente sinfonías del mundo, no siempre corresponden las imágenes a una ciudad específica, pero vemos procesos que suceden cada día en el planeta.

“Las propias películas pasan a ser vínculo entre los hombres, unen ciudades y clases igual que el tren correo une Inglaterra y Escocia”4, agrega Breschand. Los documentales son vínculo entre los personajes y el espectador, hombres que miran y otros que son observados.

Qatsi-3-min

La tercera parte de la trilogía, Naqoyqatsi, escapa a la forma y estilo de las dos primeras. Del año 2002 es como si el director se hubiera fascinado con la era digital, que comenzaba a masificarse, y quisiera usar toda esa nueva tecnología en la obra. La película muestra una gran cantidad de animaciones digitales, llegando a ser, en ocasiones, excesivas. La vida como guerra se demuestra principalmente presentando la competitividad del hombre: en los deportes, en la publicidad en los conflictos. Finalmente se presenta que todo es guerra. Y es desalentador.

Usa además imágenes de archivo y nos muestra personajes que ya no son anónimos (políticos, actores, músicos). La materia no se crea ni se destruye, sólo se transforma y así el documental va mostrando esa transformación. Escribió Breschand: “Las películas nos permiten seguir las mutaciones de una sociedad, descubrir cómo las vidas cotidianas atraviesan los remolinos de la historia y forman la espuma de los días”5. Y así pasando por las tres obras vemos cómo se ha transformado esa sociedad, cómo de un paisaje virgen la humanidad ha transformado en ciudades y grandes industrias (mineras, petroleras, centrales energéticas) esa naturaleza. ¿Dónde queda? El paisaje subyace en la creación humana y lugares prístinos son hoy lugares urbanos.

Naqoyqatsi toma también otras posiciones de cámara. Aunque en momentos mantendrá esa vista superior comienza con contrapicados de ruinas, de vestigios dejados por la guerra y tiene una mirada más cercana a la altura de las personas. ¿Qué dice esto? Que la violencia (tema central de esta parte, cuyo subtítulo es La vida como guerra) está más a nuestra altura, a nuestro alcance, porque nace de nosotros. Y cuando el montaje muestra la destrucción provocada por el hombre y luego decide saltar a imágenes de animales (jirafas y elefantes) nos dice también que no sólo a nosotros nos perjudicamos, sino a otros seres que, afortunadamente, aún conviven con nosotros a pesar de las ruinas y destrucción que hemos dejado. Naqoyqatsi utiliza muchas imágenes en negativo, como esa presencia que no queremos mirar directamente.

La trilogía logra un hilo conductor y aunque carente de diálogos tiene una narración que subsiste y que también el espectador puede ir creando en base a su experiencia y pensamientos. Pero aunque esa cierta narratividad puede variar de un individuo a otro lo que advierte Reggio es el que mundo lo estamos destruyendo. No nos muestra la parte bonita de las industrias, de lo que viene después, de lo que crean. Nos muestra la industria misma como un ente contaminante y situado en un lugar que no le corresponde, pero nosotros lo pusimos ahí. Estas películas tienen un antagonista que es el hombre y un protagonista que es el paisaje natural.

Qatsi-4-min

“La voluntad de ir al encuentro del mundo real, de dar una imagen de los seres anónimos que constituyen la vida cotidiana de un país, toma finalmente los acentos de una exhortación a la unión nacional”6. Las palabras de Breschand deberían llevar a una unión mundial. En Qatsi se configura una unión mundial y se dejan los nacionalismos, que aunque se filma en países específicos en todas las naciones del mundo tenemos el paisaje natural, el urbano y el industrial. En todos lados hemos intervenido y debemos controlarlo antes de terminar de destruir nuestro mundo y con ello a nosotros mismos.

1.- Nichols, Bill; La representación de la realidad; Editorial Paidós, Barcelona: 1997. Pág. 72.

2.- Ibídem, pág. 75.

3.- Breschand, Jean; El documental. La otra cara del cine; T y B Editores, Madrid: 2005. Pág. 43.

4.- Ibídem, pág. 20.

5.- Ibídem, pág. 35.

6.- Ibídem, pág. 20.

*Este texto fue originalmente escrito para el diplomado Teoría y crítica de cine de la PUC en su versión 2013.

Categorías: Cine y tv

0 comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *